EL ASMA

El niño asmático debería llevar el mismo tipo de vida que cualquier otro. En la mayoría de los casos los tratamientos actuales consiguen este objetivo.

Qué es el asma?

El asma es una enfermedad crónica muy frecuente en la infancia que afecta a uno de cada 10 niños, aproximadamente. Se caracteriza por una inflamación de los bronquios (conductos por los que circula el aire en los pulmones) y una tendencia de los mismos a estrecharse de forma transitoria (hiperreactividad bronquial). Cuando esto ocurre, se produce tos seca, sensación de falta de aire y dificultad para respirar. 

¿Cuáles son los síntomas característicos del asma?

El síntoma más típico es la sensación de ahogo que, en ocasiones, es percibida como opresión en el pecho y la dificultad para respirar (disnea). Suelen acompañarse de tos seca persistente, a veces asociada a eliminación de mucosidad blanquecina. También pueden oírse “pitidos” con la respiración (sibilancias).

Lo más frecuente es que aparezcan en relación con el ejercicio o por las noches. También pueden surgir con los catarros, el humo o el aire frío. En algunos niños el asma se asocia a alergia a determinadas sustancias (pelo de animales, pólenes, ácaros del polvo, etc.).

Los síntomas del asma pueden aparecer de forma leve y más o menos mantenidos en el tiempo, o bien empeorar y ser más importantes en determinados momentos. Esto último es conocido como exacerbación o crisis asmática.

¿Qué puedo hacer? ¿Cuándo debo consultar?

Si el niño no está diagnosticado de asma y presenta los síntomas característicos, debe acudir al pediatra para ser evaluado.
El médico puede recomendar realizar algunas pruebas para diagnosticar el asma, como la medición del flujo espiratorio, una espirometría, radiografía de tórax, estudio de alergia, etc.

En el caso de una crisis asmática se debe administrar un tratamiento broncodilatador. Si la dificultad respiratoria es muy importante y al niño le cuesta caminar o hablar, está somnoliento o irritable o necesita el broncodilatador cada menos de dos horas sin que le noten mejoría, necesita una valoración médica de urgencia.

¿Cómo se trata el asma?

Existen dos tipos de medicamentos para el asma, unos sirven para aliviar los síntomas en el momento en que aparecen y otros para bajar la inflamación de los bronquios poco a poco, disminuyendo la frecuencia y gravedad de los síntomas.

El tratamiento de la tos y la dificultad respiratoria consiste en volver a “abrir” los bronquios que se han estrechado, con broncodilatadores inhalados de acción rápida (salbutamol o terbutalina). Su efecto es sólo transitorio y pueden ser suficientes si los síntomas del asma son moderados y muy ocasionales.

Si la tos y la fatiga aparecen frecuentemente será necesario administrar un tratamiento antiinflamatorio de forma prolongada. Los más habituales son los corticoides inhalados (budesonida, fluticasona, mometasona, ciclesonida). Si no es suficiente, pueden asociarse a broncodilatadores de acción prolongada (su acción dura 12 horas aproximadamente). Otra opción antiinflamatoria son los llamados antagonistas de los receptores de los leucotrienos, que se toman en forma de sobres o pastillas.

Los niños con asma y sus familias es conveniente que tengan un plan escrito acerca de qué es lo que deben hacer en el caso de que el niño empiece con tos o dificultad para respirar.

¿Cómo se puede prevenir?

Es importante evitar en lo posible los desencadenantes del asma, como el humo del tabaco o las sustancias a las que el niño sea alérgico (pólenes, pelo de animales, polvo, hongos de la humedad…).
Es fundamental tomar la medicación anitinflamatoria todos los días (si se la hubieran indicado) y utilizar el dispositivo de inhalación adecuado para la edad del niño, según las recomendaciones de su médico.
Si se confirma que es asmático, es posible que precise tratamiento durante varios meses.

Fuente: Academia Española de Pediatría. 
Dr. Alvaro Gimeno Díaz de Atauri

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